Desarrollo de habilidades de resolución de problemas: Los niños aprenden a pensar de forma lógica y estratégica para encajar las piezas.
Mejora de la memoria: Recordar formas, colores y la ubicación de las piezas ejercita la memoria visual.
Estimulación del pensamiento espacial: Ayuda a comprender cómo las partes encajan para formar un todo, desarrollando la percepción espacial.
Reconocimiento de patrones: Identificar colores, formas y figuras refuerza la capacidad de detectar patrones.
Coordinación ojo-mano: Manipular las piezas y colocarlas en el lugar correcto mejora la conexión entre lo que ven y lo que hacen.
Desarrollo de la motricidad fina: El agarre y movimiento de piezas pequeñas fortalece los músculos de los dedos y mejora la destreza.
Paciencia y perseverancia: Enseña a tolerar la frustración y a seguir intentando hasta lograr el objetivo.
Autoestima y confianza: Completar un rompecabezas genera una sensación de logro que fortalece la confianza en sí mismos.
Relajación y enfoque: Ayuda a los niños a concentrarse y calmarse, promoviendo un estado de atención plena.
Trabajo en equipo: Cuando se arman en grupo, se fomenta la colaboración, la comunicación y el respeto por turnos.
Vínculos afectivos: Armar rompecabezas en familia refuerza la conexión emocional entre padres e hijos.
